Perdí cada batalla, pero ganamos la guerra: Confesiones tras el Verkami
Después de 40 agónicos días, me congratula confirmar una vez más (nunca serán suficientes) que el futuro de Helhest está asegurado. Las puertas del Verkami se han cerrado, se ha alcanzado la meta y ojalá el 20 de junio esté preparado para enviarlo a las casas de los mecenas (ya que me he emperrado en que ese día es el cumpleaños de Kayla... y el día en el que transcurre el final de Helhest 😉). No es una fecha cerrada, pero este verano, sí o sí, ¡estará publicado!
Lo que el futuro depare, sin embargo, lo dejaremos para otras entradas. Hoy vengo a este humilde blog a confesarme. Y perdónenme, pero adelanto que esto va a ser muy penoso.
Cuando empecé a barajear la posibilidad de hacer una recaudación de fondos para costear la autopublicación de Helhest, además de hacerme una idea demasiado positiva (al fin y al cabo, bastante gente ha leído Noroi y bien sé yo que deja con ganas de más), fui una parguela al considerar que estaba preparada mentalmente para llevar a cabo la insistente publicidad y no desmoronarme si se daba el caso de que no llegábamos ni de lejos a la meta. Permítanme que se lo ilustre en una sencilla imagen con la que entenderán mi engaño:
Como diría mi viejo amigo de TFM, Logen Nuevededos: "Hay que ser realista". Y, señores y señoras, a veces (demasiadas) la realidad es una mierda.
Antes de que el Verkami empezara tuve las primeras (de muchas) crisis. Mi amable cabeza comenzó su particular campaña de autoboicoteo extremo, asegurándome que todas las buenas opiniones que había visto de Noroi eran mentira; que realmente el libro y la saga no merecía tanto la pena; que no había nadie que quisiera seguir leyendo; que, sencillamente, me había pasado meses trabajando exclusivamente en el libro para tenerlo guardado en un cajón (¿cuándo cambiaremos esa expresión por "carpeta basura del pc"?); etc.
En fin, que soy mi peor enemigo.
Comenzó abril y los primeros días del Verkami estuve malísima mentalmente. Si bien me había parecido una buena idea hacer la recaudación de fondos durante abril por ser el mes del libro, ahora estaba segurísima de que no podría haber elegido peor fecha (aunque, tratándose de mí, todas las fechas habrían sido las peores).
Abril es el mes por excelencia de las ferias de libros. Tenía en mente la intención de intentar ir a alguna feria con Noroi, pero al final no moví mi culo de la silla. No me veía con ánimo de vender mi obra cara a cara, sin una pantalla de por medio en la que editar y repensar mil veces cómo decir algo en lo que en ese momento no creía.
Y abril era el mes en el que por fin tenía el manuscrito de Helhest impreso para hacer la penúltima corrección; y la más intensa. Cada día, de lunes a viernes, me levantaba temprano, me sentaba en mi escritorio y me ponía a corregir con unas ganas que no eran nulas, sino que eran negativas. Hacer un trabajo tan pesado con la incertidumbre de si iba a merecer la pena, si iba a tener los recursos para sacarlo adelante, si a alguien más allá de a mí le importaba, era como subir una empinada montaña con una casa a cuestas. Sentía que, en cuanto me descuidara, el peso de todo me iba a tirar para atrás y me iba a matar (figuradamente).
Y ya que estamos de confesiones, voy a admitir ese miedo/tentación que tanto me ha estado acosando estos días: abandonarlo todo. Dejar de escribir, de publicar.
Os diré por qué es un miedo: porque tengo mil historias en la cabeza que no dejan de luchar para que las escriba. Porque escribir lleva siendo mi pasión y mi mayor meta desde que me detuve a preguntarme qué era lo que realmente quería hacer. Porque una vida sin escribir, para mí, es como una película en blanco y negro. Sí, puede ser buena. Pero no es lo mismo. Ni por asomo.
Y ahora os diré por qué es una tentación: porque estoy hasta los ovarios de que, para ser una escritora, no tenga que ser una escritora. Con eso me refiero a tener que hacer promoción ininterrumpida, vídeos absurdos (que, ojo, me lo paso como una cría haciéndolos), aguantar comentarios ridículos y a gente más falsa que una moneda de chocolate (aunque ni de lejos tan deliciosa). Creo que la industria del libro está llena de "postureo", de personas a las que se les da mejor vender su imagen de escritor que escribir en sí, y ahora de "autores" que publican con portadas cutres de IA sin ningún descaro ni conciencia (¿y tengo que confiar en que el texto no ha sido escrito también por una IA?). Podría seguir durante días y días, pero creo que no es necesario. Porque todos lo vemos. Para encontrar a una persona decente tienes que cruzarte antes con 10 oportunistxs o mentirosxs. Para mi suerte, ya he llegado a ese punto en el que tengo calada a la gente a mi alrededor y sé quién merece la pena y quién no. Y, sinceramente, no quiero seguir conociendo más gente. Soy una persona increíblemente introvertida que cada vez que sale a la calle se tiene que poner una careta para que los demás no vean el miedo que tiene por estar ahí fuera, a la vista de todos. Me he abierto a suficiente gente que me han terminado tratando como si fuera una mierda como para tener ganas de seguir corriendo los riesgos.
Y todo eso es lo que implica seguir publicando. Seguir disfrutando de gente que es pura luz; seguir encontrando personas a las que solo les importa que hables maravillas de sus libros cuando no se han molestado en revisarlos críticamente (o revisarlos, a secas); seguir emocionándome cada vez que alguien me manda una amenaza de muerte por los finales que doy a los libros; seguir intentando ser comercial sin dejar de ser yo misma pero, oh, vaya, eso es imposible; seguir encontrándome en ferias y convenciones con escritorxs que solo conocía a través de internet pero con los que podría hablar tranquila durante horas; seguir, seguir, seguir, seguir...
Y nunca parar.
Nunca.
Porque te olvidan. Porque el algoritmo. Porque hay muchos como tú y mejores. Porque hay miles que siguen sin necesitar respirar.
Pero yo necesito respirar.
He perdido la cuenta de las veces que he escrito mensajes en los que confesaba que quería dejarlo todo, pero, por suerte, los borraba antes de publicarlos. Me hice prometer que, si bien mi autoestima de mierda me estaba matando, no permitiría que jodiera a nadie más. Me habría sentido peor si alguien hubiera participado en el Verkami por pena. Porque esta recaudación de fondos era para Helhest, no para mí. No me estaba vendiendo a mí, sino al trabajo que he estado puliendo sin descanso durante meses.
Ignoro si he hecho bien a un nivel psicológico. Me la pela, la verdad. He aguantado con toda la carga a cuestas y no me he caído. Cada uno tiene sus estrategias de supervivencia; y la mía esta vez ha sido aguantar con una sonrisita amable hasta encontrar un rinconcito apartado en el que poder vomitar (¡bienvenidxs a mi vomitorio!).
Me alegro de haber podido llegar a la meta del Verkami, de una manera fría y sufrida. No ha sido una victoria de esas de llorar emocionada y chillar de excitación. Ha sido como quien está muy cansado de mantener el ritmo y por fin puede parar. Es ese estado de relajación. Se acabó el seguir dudando de la validez de mi trabajo. Ahora a por el siguiente paso para publicar Helhest: terminar las correcciones y empezar a maquetar. Evitemos mirar atrás, porque delante hay mucho más.
Ojalá pudiera terminar esta confesión asegurando que también se han ido las dudas sobre si continuar publicando. Creo que necesito descansar de este mundo que demanda tanto y da tan poco a cambio. Estoy segura de que, en cuanto me descuide, estaré escribiendo otra novela, porque es algo que está demasiado arraigado en mí, pero tengo que plantearme muchas cosas sobre la publicación. No quiero tener que volver a pasar nunca más por un Verkami, eso lo tengo claro. Esta entrada queda como recordatorio de que todas las victorias se cobran su precio; e igual a veces es más alto que las victorias en sí.
No por todo esto quiero restarle importancia a toda la gente que ha hecho posible que el Verkami sea un éxito. De verdad que, aunque mi cabeza haya estado jodiéndome de lo lindo, no podría estar más agradecida por todos los que han apoyado este proyecto con el que todavía sigo llorando y riéndome aun después de haberlo releído unas 5 veces seguidas. Ojalá que lo gocéis de principio a fin y (aunque me repateé) me pidáis más, porque yo quiero seguir... Solo que no continuaré como hasta ahora. Algo tiene que cambiar; y para bien.
Gracias por leer, siempre 💗
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