Marzo con sus nuevos aires y mi manía de pegar una patada a todo lo que me molesta

¡Buenos días, lectorxs!

Este mes llega a su fin y no ha pasado en balde: al menos, no para mí. Comencé muy cansada. Demasiado. Era una sensación que había estado aguantando durante tiempo, pero que se me estaba haciendo insoportable. Y tenía que descubrir qué era lo que demonios me ocurría. Porque, en apariencia, mi vida estaba bien y no había ninguna razón por la que tuviera que sentirme tan mal. Pero supongo que todo llega a un fin. Y, en este caso, mi forma de publicación es la que ha conocido su crepúsculo. 

Hace unas semanas escribí en este mismo blog una entrada que, como dejé caer en el update de febrero, tenía pendiente. Una entrada sobre por qué el mundo editorial me había dejado de enamorar. De por qué ya no tenía ninguna prisa de publicar nada. De por qué, en resumidas cuentas, estoy hasta el moño del panorama literario. Nada más terminar de escribirla y releerla, supe que no iba a publicar esa entrada. Por varias razones: parecía una entrada que debería haber escrito en mi diario; y por que estaba llenita de odio, rechazo y confusión hacia esta carrera en la que llevo más de tres años. Era uno de esos escritos que saco cuando me siento mal y no sé por qué. Y también es uno de esos escritos en los que, vomitando palabras sobre ese sentimiento, acabo sacando en claro la clave de mi rabia. Así que aquí vengo solo con las sabias conclusiones de ese vatiburrillo de palabras malsonantes y reproches cruzados entre mi yo y mi yo aun más yo.

Vamos a dejar ciertas cosas claras: nunca voy a dejar de escribir. Me encanta la literatura y me niego a seguir produciéndola. Y no solo me niego yo, sino que niega mi imaginación, la cual, en cuanto no la pongo a trabajar en un proyecto en concreto, ya me está sacando ideas para otros. No escribir me consumiría. Así que eso está completamente descartado. 

Ahora bien, no tengo por qué publicar lo que escriba. No soy más ni menos escritora por publicar o no publicar. Eso lo tengo bien claro. Sin embargo, no voy a negar que me gusta mucho compartir mis historias con otras personas. Me encanta que me amenacen de muerte por los finales que doy a los libros, y que insulten a los personajes tan odiosos que creo, y que shippen a los que yo shippeo también. Ese intercambio de impresiones, de poder hacer sentir a alguien algo con mis historias, me parece pura magia. Así que..., no, no voy a renunciar tampoco a publicar. 

Entonces, ¿de qué coño estoy hablando? Pues vamos a centrarnos: odio el marketing. Odio el capitalismo. Abajo la moneda y volvamos al trueque, por favor. 

Ahora, en serio. Nunca se me ha dado bien vender mis obras. O nada en general. No voy a negar que he aprendido ciertas cosas estando por aquí, viendo a personas que lo hacen infinitamente mejor que yo. He intentado adaptar mi "marketing" a mi "personalidad", creando contenido que a mí me gustaría ver, que me divierte o simplemente que me parece curioso. Y me lo he pasado muy bien, pero mi percepción ha cambiado. Porque siento que por mucho que intente dar contenido interesante, mi comunidad no crece. Y no me quejo de la comunidad que tengo porque, me cago en tó, es una comunidad increíble. Pero es precisamente por el respeto que le tengo a la comunidad que no quiero aburrirla con mis incesantes mierdas. Y sé muy bien que, para llegar a otro público, tendría que hacer otras cosas. Cosas que, sinceramente, no quiero hacer. No quiero prostituir mi obra hasta tal punto que ni yo la reconozca. Porque, si no obtiene lectores de forma orgánica, quizá simplemente se tiene que quedar donde está, y fin. 

Se podría decir que me he rendido en cuestión de intentar hacer crecer mis libros. Porque eso es lo que más me agotaba. Y ya no solo como escritora, sino como lectora. Se publican TANTOS libros cada año, cada mes, cada maldita semana, que es imposible ser algo más que una gotita de agua en toda la marea de libros que escupen las imprentas. Me agota tanto estar al día, o intentar hacer un solo huequito a libros que ya no son novedades, que tampoco son romantasy o de algún género/tema superpopular ahora. Y pensar en que estoy nadando a contracorriente, que o me adapto a lo que hay ahora o debo cesar en mis intentos... me toca los ovarios. 

No quiero hacer literatura comercial. Quiero escribir lo que quiero leer, como siempre he hecho. Así que, voy a hacer lo que todo el mundo de mi entorno ha hecho desde el principio: tomarme el mundo de la publicación como un hobby. Eso no significa que vaya a bajar la calidad de mis libros ni que me lo vaya a tomar menos en serio. Lo que no me voy a tomar en serio son las ventas y su marketing. 

En mi cabeza, ya estoy empezando a maquinar una fórmula que pondré en práctica con Hope. Una vez tenga la novela preparada para su publicación (espero que para finales de año), anunciaré su preventa. Dejaré como dos semanas para que, todo aquel que quiera una copia del libro, me lo pueda pedir. Una vez cerrada la preventa, no se podrá adquirir el libro. Pediré en imprenta el número justo de libros y lxs lectorxs solo tendrán que pagar el precio individual de imprenta y el envío.Y se acabó el marketing de ese libro. Supongo que también lo pondré en Amazon Kindle para aquellos que no vivan en España, prefieran leer en digital, o patata. Pero ya estaría. A otra cosa, mariposa. No quiero pelearme con las modas ni con los mil libros que se publiquen ese mismo mes. Solo quiero sacarlo, que llegue a sus hogares, y que no cojan polvo en mis estanterías. En teoría, siento que así me encontraría mucho más cómoda con el "sector editorial". Si veo que me funciona, ese sería el modelo de publicación que seguiría de ahora en adelante con todos los libros que vaya a sacar en el futuro. Y, aunque no lo haya puesto todavía a prueba, solo con haber llegado a esa conclusión, mi cansancio aplastante se ha marchado. Así me parece que a mi subconsciente también le gusta la idea. 


Hope

Ahora que ya os he dado la tabarra con mis crisis existenciales, os cuento un poco lo que he estado haciendo este mes. Y la verdad es que estoy bastante orgullosa de que, por una vez, me haya puesto una meta que podía cumplir sin problema. Este marzo he terminado con la última y verdadera revisión de Hope y estoy satisfecha. Estoy bastante segura de que si hoy en día tuviera que escribir la obra desde cero, sería una novela muy diferente, pero no por ello considero que tenga menos valor. Dicho esto, también soy muy consciente de que hoy en día sería incapaz de escribir una historia como la que cuenta Hope, tan llena de sueños perdidos, depresión y pensamientos intrusivos. Si bien los pequeños cambios que le he podido dar creo que van a mejorar su lectura y se centran más en el objetivo real de la novela, creo que, para haberla terminado y publicado con 22 años, no está nada mal. Es un libro que no pienso volver a leer... al menos en muchos años. Sus páginas guardan mucho dolor personal, escritas a pesar de mí. Es una historia para hacer justicia, aunque solo sea ficticia. 

Así que estoy a un paso más de sacarlo de nuevo al mundo. En verano espero poder enviárselo a la correctora (contaré de nuevo con Egocorrigō) para que, una vez pulido de erratas, pueda dedicarme a hacer la maqueta. Sobre la portada, tengo mis dudas. Le tenía echado el ojo a un artista y tengo un concepto bastante claro de lo que querría que fuera la portada, pero al mismo tiempo... con este libro me llama más lo minimalista. Voy a ser franca: me tienta mucho poner únicamente el título en la portada, luego en el lomo también poner el título y mis iniciales. Y a correr. Un fondo negro. Letras blancas. Y tapa dura. Tengo que ver si encuentro una imprenta que me pueda hacer eso (con las letras estampadas en la tapa) y que también utilicen papel reciclado, porque creo que la que siempre contrato no puede hacer eso... Aunque ya investigaré. Si no, todavía tengo tiempo para contatar a ese artista. Ya veremos por dónde me da. 

 

¿Y ahora qué?

 

Este mes, hopear es todo lo que he hecho. Pero ahora entra la gran duda: ¿qué hago en abril? Pues todavía no lo tengo muy claro, no sé lo que me pide el cuerpo. Sin embargo, lo primero que voy a intentar es regresar al primer manuscrito de Sorgina. Porque, sí, Sorgina es el título de la tercera parte de Ar Saoghal. Es lo que tiene pasar del marketing: que no le veo ningún sentido por el que ocultaros cosas que ya sé. 

Como me ha gustado este "sprint" de en un mes conseguir una meta bastante lograda, voy a intentar hacerlo de nuevo este abril. Antes de continuar con el manuscrito de Sorgina, necesito volver a leer todo lo que he escrito y reescribir bastante. Así que voy a intentar medir la cantidad de trabajo que podría avanzar este mes y me lo pondré como objetivo. Aunque no termine toda la revisión (recordemos que tengo unas 95.000 palabras en bruto), si voy dividiendo el trabajo en bloques, me parece que podré centrarme más en cada parte sin agobiarme por todo el conjunto y que, no solo quedará algo mucho más trabajado, sino que yo podré disfrutar el proceso mucho más. 

Y eso es algo que últimamente me esfuerzo mucho por buscar con estos proyectos: pasármelo bien. Aun cuando me quedan unos cuantos libros que escribir de Ar Saoghal, la ansiedad siempre está ahí, con su sonrisa macabra, saludándome cada vez que pienso en cómo será escribir ese último libro y... que ya no pueda volver con mis chicos. Que complete su historia y que ya no pueda escuchar sus voces en mi cabeza. Es algo inevitable, como lo es el fin de todas las cosas, así que como contramedida solo puedo esforzarme por gozar cada momento que esté con estos libros y con mis chicos, para que cuando ya no los tenga en mi mente pueda mirar atrás y saber con certeza que el tiempo pasado con ellos ha sido insuperable. 



Ahora sí que sí, me despido por este mes. Gracias por aguantar mis gilipolleces. Que tengáis un buen abril, y que no os coman las alergias como sé que me devorarán a mí. 

Un abrazo, 

Inés

Comentarios

Entradas populares