Guía práctica para salir de un terrible bloqueo escritor
Aquí estamos, en pleno otoño, una de mis estaciones favoritas. Cuando el calor agobiante del verano por fin se va (aunque no se ha notado tanto como otros años...) y la lluvia llega (más de lo mismo) y todas las cosas que han crecido bajo el sol empiezan a morir para dejar paso a todo lo que crece en la oscuridad. Sí, me encanta.
Sin embargo, mentiría si dijera que el ambiente me ha llevado de cabeza a escribir. Ya mencioné en septiembre que tenía muchas ganas de ponerme con cualquier proyecto que se me pusiera por delante. Ahora bien, mi cerebro es un capullo. Le encanta sabotearme. Y ha llegado a un punto de autocrítica insoportable.
Me he pasado gran parte del mes procastinando de forma "productiva"; es decir, haciendo un montón de outlines que seguramente se vayan al traste en cuanto me ponga a escribir, como me pasa siempre. Luego me he atrevido a ponerme a escribir uno de los proyectos autoconclusivos que tengo pendientes. Y al principio la cosa pintaba bien... hasta que escribí los primeros dos capítulos y me di cuenta de que, oh, vaya, lo que estaba escribiendo no era perfecto.
A eso se sumó que he tenido que ir a trabajar un montón este mes y cada uno de esos días es uno en el que no escribo. Me ha pasado bastante que me he puesto a escribir una escena, la he dejado a medias pensando que cuando la retomara seguiría motivadísima, pero pasa una semana sin que pueda tocarlo y cuando regreso no tengo ni idea de lo que estaba escribiendo. No es que me pueda quejar mucho. Sé que soy una priviligiada por: 1, tener trabajo fijo y bien pagado; y, 2, que ese trabajo de normal me deje un montón de tiempo libre. Pero es que justo ahora, que estoy tan bloqueada con la escritura, me está jodiendo de lo lindo.
Pero no pasa nada. Estoy reeducando mi mente. Porque, obviamente, jamás voy a vivir de la escritura y tengo demasiados proyectos como para dejar de escribir. Así que tengo que hacer hueco para que ambas cosas coexistan en mi vida de forma equilibrada.
Y, más o menos, lo estoy consiguiendo. No quiero decirlo muy alto por miedo a que de pronto mis progresos se vayan a la caca, pero estoy volviendo a escribir. Y lo estoy disfrutando.
No está resultando sencillo regresar a las palabras, a los primeros borradores, pero es que ya no tengo nada que editar, no tengo nada que revisar. Tengo que escribir de cero para tener algo que destripar y rehacer y maquillar y poner precioso.
Durante días, he estado perdidísima. He dudado de que sea capaz de escribir otro libro. O una mera historia corta (mientras releía por millonésima vez los primeros fragmentos de Sorgina que siguen aguantando mis cambios de rumbo, me dio por ponerme a escribir una de las historias de Ar Saoghal que os dije que intentaría compartir por aquí y... ahí está, a medias. Ains). Y es un sentimiento muy frustante el de sentarte delante del teclado y que no puedas concentrarte ni meterte en la historia porque sabes que lo estás haciendo mal. Y procastinas, y te pones a hacer cualquier cosa, y te pones a borrar todo lo que has escrito con sudor y lágrimas, y al final has perdido un montón de tiempo y no has conseguido nada.
Últimamente me ha venido mucho a la mente la facilidad con la que escribía de adolescente. Sin esas voces capullas en la cabeza juzgando cada maldita palabra, cada escena, cada diálogo. Aunque no me gustaría escribir como esa niñata de hormonas revolucionadas, al mismo tiempo, me gustaría escribir como ella. Con la misma libertad. Con la misma facilidad para sentir y perderse en sus historias. Con la misma sinceridad.
Y, poco a poco, con un montón de pasitos diminutos, estoy reaprendiendo a escribir sin mirar atrás. Sin juzgar. Aceptando que no hay historia sin primer borrador. Y que no hay primer borrador que no sea malo de cojones.
Por un lado, leí en el libro The Wheel of the Year, escrito por Fiona Cook e ilustrado por Jessica Roux, un apartado sobre la escritura automática. En el libro, te explican un poco de qué trata y unos pasos "muy sencillos" para intentarlo por tu cuenta. Y, a ver, yo soy incapaz de escribir sin pensar. Ese es mi problema. Veo inconcebible que esa escritura automática (al menos en mi mano) sea algo complemente sacado de mi subconsciente. Ahora bien, las instrucciones no me parecen tan descabelladas de seguir a la hora de escribir. Os las resumo un poquito:- Encontrar un sitio tranquilo y cómodo en el que escribir;
- encender una vela o poner un difusor de aromas/incienso;
- ponerte ante esa maldita hoja en blanco;
- preparar un temporizador de 5 minutos;
- cerrar los ojos, tomar tres profundas y lentas respiraciones;
- decir (o pensar): «estoy preparada y abierta» (eso dijo ella...);
- darle al temporizador y empezar a escribir lo que surja (aunque no sean palabras);
- sigue escribiendo sin pensar y sin parar, sin juzgar, sin corregir ni las erratas;
- si puedes, mantén los ojos cerrados para evitar la tentación de leer lo ya escrito;
- una vez se acaban los 5 minutos, te alejas del papel, te levantas, te tomas un descanso y luego ya lees lo escrito.
Puede parecer una tontería y obviamente no hace falta seguir todos los pasos, pero la verdad es que este 'ritual' ayuda bastante a centrarte en la tarea que tienes delante. Yo he vuelto a ponerme velas mientras escribo [de hecho, me acabo de dar cuenta de que he dejado la vela de esta mañana encendida y que me he ido de casa sin apagarla. Suerte que nada ha salido ardiendo :S (¡cuidado con las velas, chicxs!)]. Ni siquiera la veo, porque tengo que ponerla bien alto para que los gatos no se quemen, pero el simple hecho de encender la vela y mantenerla encendida es como decirme que estoy en un tiempo únicamente 'diseñado' para escribir. Y mientras esa vela está encendida, si se me va la cabeza (que me pasa mucho) e intento meterme en Google para algo que no sea mirar la RAE o cualquier cosa que esté relacionada con la historia, lo cierro antes de llegar a la página. En mi cerebro, mientras la vela está encendida, yo estoy escribiendo. Y punto.
Eso de respirar y anunciar mis pretensiones a la hoja en blanco, admito que no lo hago. Mientras le doy mil medicinas a Shina, mi gatita más pequeña, y limpio los areneros de mis 4 cagones, ahí es cuando me voy mentalizando para sentarme a escribir x escena. Entonces, cuando por fin me pongo con ello, elijo una canción que me parezca que encaja con la 'energía' de la escena y se queda en bucle todo el rato.
No hago más pausas que las imprescindibles: para hacer té y para mear (en ese orden de prioridades). Ahí admito que igual debería mejorar. No es sano estar tanto tiempo con la mirada fija en una pantalla ni sentada en una postura de mierda (por muy buena que sea tu silla). Pero es que no soy capaz de soltar la historia una vez la tengo enganchada (y me da miedo obligarme a hacerlo por si pierdo el hilo por completo).
Más tonterías que sorprendentemente me ayudan es poner el manuscrito en 'modo composición'. No sé si es posible en Word (seguramente sí, pero tendrá otro nombre), pero en Scrivener, que es el procesador de textos que yo uso, tiene ese modo en el que te quita de la pantalla todo lo que no sea lo que estás escribiendo. Ahora bien, para que no te salga directamente de fondo el escritorio de tu pc (me distraigo hasta viendo el puñado de iconos que tengo ahí, tócate los pies), puedes poner una imagen de fondo, o un color estándar, para que no haya nada reclamando tu atención o incluso para ayudarte a meterte mejor en la escena. Yo me he puesto mi fondo de escritorio, porque me flipa, y Shingeki está enterrado en mi corazón:
Quitarme de la vista todas las cosas que fácilmente me pueden alejar de mi tarea es mano de santo.
Por otro lado, lo que me está ayudando muchísimo a recuperar la confianza en la escritura es volver a leer y ver las historias que me han llevado a querer escribir con tanta intensidad en primer lugar. La verdad es que ha sido pura coincidencia que me haya puesto a rever Shingeki No Kyojin con mi prima Estefanía (para que ella se la vea por primera vez con una guía con patas al ladito por si tiene preguntas -que, tratándose de Shingeki, siempre-) y, al mismo tiempo, por las noches estoy leyendo a mi chico Aprendiz de Asesino de Robin Hobb (para que él se lo lea también por primera vez). Ambas son historias que me revientan la cabeza y el corazón, y que me roban el maldito aliento solo de pensar en ellas, y que desearía algún día ser capaz de escribir algo que se sienta tan fuerte y único como ellas.La relectura de Hobb la verdad es que está siendo muy sanadora para mí. Porque tenía a la autora superencumbradísima (con razón) y ahora, después de años desde la primera vez que la leí, que veo que ella escribe como cualquier otro mortal..., me siento mucho más capaz de usar mis propias palabras para contar mi historia. De verdad os digo que me había olvidado por completo de cómo escribir. Así que, sí, me está viniendo genial poder volver a empaparme de estas historias que siempre me han empujado a ir más allá de lo que se espera de una ficción.
Sumado a todo esto (y ahora sí que acabo) también está, por supuesto, la persistencia. Al principio ha sido muy frustrante sentarme y ver cómo mi mente se iba a todos lados menos a donde yo quería. Pero la disciplina es algo que se obtiene a base de ganas y esfuerzo. Y, por fin, estoy sintiendo que la estoy recuperando. Llevo unos días obligándome a escribir Sorgina y me siento... bien. No me permito mirar atrás. Solo quiero estar en la escena, vivirla y volcarla en palabras. Puede que lo que esté escribiendo sea regulero, o decente, o meramente pasable. Puede que haya muchas cosas que más tarde recorte, muchas expresiones de las que abuso, muchas palabras que uso mal y otras tantas que me esté comiendo. Pero no pasa nada. Porque si algo está claro es que se me da muchísimo mejor revisar que escribir, y mi mente siempre va a estar preparada para encomendarse a la tarea. Pero ahora no es su momento. Ahora es el momento de ponernos a escribir todos los momentos que tengo en la cabeza y sentir cada una de ellos.
Así que esto ha sido octubre. Un mes intenso en el que, a pesar de que la oscuridad cada vez impera más en nuestros días, estoy empezando a ver la luz.
Gracias por leer, siempre. ¡Hasta noviembre!
Pd. Como si no hubiera mencionado un montón de cosas para escapar del bloqueo, se me ha olvidado mencionar los dos vídeos de Abbie Emmons que también me han ayudado a dar el empujón: con el que me enseñó a ponerme en 'modo escritor' y con el que declaró la necesidad de "escribir feo".
.png)






Comentarios
Publicar un comentario