Mayo se marchó, ahora puedo volver a respirar
¡Buenos días, lectorxs!
Este mes escribo el update un poquito más tarde de lo habitual, pero la semana pasada tuve que coger un avión por primera vez en 7 años para ver a uno de mis primos casarse (¡Vivan los novios!) y estaba demasiado ocupada emborrachándome con vino dulce y poniéndome en evidencia con mi clara falta de elegancia al bailar. En fin, pequeños interludios de la vida. Pero ya estoy de vuelta en casa, trabajando a tope en el increíble proyecto que, contra mis peores pronósticos, sigue adelante. Así que hablemos de cómo ha sido este mayo para mis proyectos:
Helhest
Me congratula anunciar que en mayo la gran corrección de Helhest terminó oficialmente. De hecho, empezó y terminó prácticamente con el Verkami. Para que luego digan (aunque creo que solo lo pienso yo) que no sé organizarme. ¡Ja, chúpate esa!
Ha sido una corrección muy intensa en la que al final el manuscrito impreso ha acabado llenísimo (en serio, llenísimo) de tachones y notas. Me ha consumido muchísimo ese tipo de corrección tan minuciosa, pero creo que era muy necesaria para dejar el manuscrito a un solo paso de la publicación. Y ese gran paso es la maquetación. La cual, por supuesto, empecé a hacer el día después de terminar esa gran corrección. ¿Os he dicho alguna vez que no sé descansar? Ah, sí, como un millón de veces. Pues eso. Aquí sorprendido ninguno.
A diferencia de la gente que tiene dinero para pagar un maquetador o un buen programa de maquetación, o que se dedica a maquetar profesionalmente, yo maqueto manualmente con Scribus, un programa gratuito. Es bastante "rudimentario" y si no le coges el ritmo puedes acabar bastante (no sabéis cuánto) hasta los ovarios. Por "suerte" para mí, aunque desde Noroi se me había olvidado bastante cómo era la dinámica del programa, solo hace unos meses que tuve que refrescar esa información para hacer la maqueta del libro físico de la traducción al inglés de Noroi (la cual, por si alguien se lo está preguntando, NO, todavía no ha sido publicada y todavía no he recibido ninguna respuesta de Bablecube. Sencillamente, son unos putos impresentables). Así que ahora mismo estoy en una relación de aceptación con Scribus y, sé que está feo que lo diga yo, pero me está quedando una maqueta niquelada.
Porque, por supuesto, no podía limitarme a copiar y pegar el texto hasta tener todo el libro en la maqueta. Claro que no. ¿Por quién me tomabais? Como si no hubiera acabado harta de corregir, mientras voy maquetando voy revisando de nuevo párrafo por párrafo. PERO PERO PERO... esta vez lo estoy gozando. De verdad de la buena.
Después de todo el duro trabajo de escribir, bloquearme, escribir, bloquearme, reescribir, escribir, corregir, reescribir, corregir, y un largo etc., ahora mismo el manuscrito está perfecto para embellecer. Eso quiere decir que ahora mismo, aunque sigo revisando en busca de erratas de última hora, estoy intentando que el texto vaya más allá de lo práctico y que se convierta en algo casi... musical. Nunca voy a insultar a la poesía diciendo que yo la escribo, pero sí me gusta jugar con el lenguaje y la imaginación, creando algo que, igual no es nuevo, pero es más mío que un lenguaje plano.
Así que, sí, ¡ya estamos en la recta final! Me emociono mucho viendo cómo el número de páginas en la maqueta va creciendo, poco a poco, pero definitivamente. Esas páginas serán impresas en libros. Esas páginas las vais a leer. ¡Y me cago en todo si no voy a hacer absolutamente todo lo que esté en mi mano para que lo gocéis de principio a fin!
Mermay
Este mes no esperaba escribir sobre sirenas (ni este mes ni nunca, la verdad; son una criatura mitológica que nunca me ha llamado para escribir sobre ella), pero Ariadna, de ediciones Tentetieso, organizó un Mermay literario para incentivarnos a escribir hasta 8 microrrelatos en mayo. Y, después de pasarme meses haciendo promoción y corrigiendo, ganas de escribir tenía para rato. Cuando publiqué la antología Historias para degustar entre sorbos de té negro , mencioné varias veces que escribir microrrelatos me costaba muchísimo (y es verdad). Sin embargo, no sé si es porque tenía muchas ganas de aporrear el teclado, pero la mayoría de los relatillos que he escrito este mes han salido prácticamente solos. Y he disfrutado mucho escribiéndolos y leyendo los relatos de otras compañeras. La verdad es estas cosillas hacen que escribir no parezca un oficio tan solitario 💖
(Pd. podéis leer todos los microrrelatos en mi cuenta de Instagram)
Cómo estoy respirando
El mes pasado, una vez se cerró el Verkami, me sinceré por aquí sobre cómo habían sido mis impresiones durante la campaña y lo mucho que se había resentido mi salud mental. Llevo tiempo queriendo hacer una sección como esta en los updates, porque creo que lo necesito, sobre todo para sentarme a reflexionar y a abrazar los logros que, si no fuera tanto por vosotrxs como por mi propio trabajo, habría sido imposible alcanzar.
Y es que me siento culpable por haber escrito esa entrada de blog, de los sentimientos que refleja. Es muy egoísta por mi parte ponerme en la peor tesitura cuando en realidad tengo un apoyo increíble. Un apoyo que se ha construido a base de esfuerzo y trabajo y no dudar de la validez de mi trabajo (al menos en público). En estos días que he estado fuera, sin ordenador, he podido reflexionar sobre algo que casi había olvidado. Y es que a finales de 2021 publiqué mi primera novela con una editorial de mierda. Apenas sabía nada de marketing, mis posts eran bastante cutres, no era parte de ninguna comunidad y la mayor parte del tiempo había usado mis redes sociales para difundir información sobre el cambio climático. Era una novata total, y no tenía a nadie (por parte de la editorial) que me guiara. De hecho, solo tuve a alguien que casi me hunde.
En la primera semana de publicación de Hope, yo estaba atacada de los nervios en su máximo exponente. Era un libro caro (22 euros), muy largo (casi 600 páginas), casi nadie me conocía o sabía que había escrito un libro y era una historia muy dolorosa y complicada. Además, Hope es muy importante para mí a nivel personal. Era mi pedacito de justicia a unos terribles crímenes que no iban a recibir nada mejor y sentía esa presión de dar a conocer la historia e intentar evitar que se repitiera otra vez.
Y el libro apenas se estaba vendiendo. Lo sabía. Más allá de mi familia, prácticamente nadie estaba comprando el libro. Estaba perdídisima, sin saber qué hacer, y en mitad de esa semana recibí la llamada de la directora de la editorial. Me dijo que mi libro no se estaba vendiendo y que tenía que hacer algo para venderlo (aunque ellos no hacían nada para ayudarme a promocionarlo). Se la notaba bastante cabreada, como si la hubiera engañado o como si yo no estuviera haciendo absolutamente todo lo que se me ocurría (nunca SPAM, esa es una línea que nunca se debe cruzar) para intentar que la gente se interesara por mi libro. Y en cuanto colgué la llamada, sintiéndome como una mierda, me puse a llorar histéricamente, como llevaba sin hacer desde que pasé por lo que tuve que pasar para escribir ese puto libro.
Había fracasado como escritora antes de comenzar. Era un completo fracaso. Estaba 100% segura de ello y escribir/publicar había sido una pérdida de tiempo.
Pero, por suerte, cuando recuperé la claridad mental y fui a mi primera presentación de Hope en mi pueblo, me di cuenta de que tal vez no era un fracaso, sino una diminuta victoria. Cuando estás en el fondo, una sola mano te parece un mundo entero. Hice varias presentaciones, siempre con poquita gente, pero aprendí a estar agradecida de cada persona que se acercaba. Aprendí a ser humilde y que la directora de la editorial era una persona mierdosa que solo me veía como una bolsa de dinero (razón por la cual, desde que vendí el último Hope que tenía en mi custodia, no he vuelto a hacer nada relacionado con el libro, pues prefiero esperar a reeditarlo y publicarlo por mi parte antes que dejar que esos cabrones se beneficien de mi trabajo).
Con la autopublicación de Noroi, las cosas cambiaron muchísimo. Al fin tenía en mis manos un libro asequible, entretenido y ligero, tanto en físico como en digital. Mientras que Hope se movió sobre todo entre gente que yo veía cara a cara, Noroi era leído por mucha gente que solo conocía a través de las redes sociales (o que no conocía en absoluto), y mi percepción se volvió un poco borrosa. Obviamente, no era un bombazo en términos de ventas, pero estaba muy contenta de no haberme quedado estancada, de seguir creciendo y aprendiendo, porque la segunda parte que tenía pensada para Noroi iba a ser increíble y, aunque todavía no la tenía escrita, necesitaba gente con la que fangirlear de mi propio trabajo. Así que supongo que ese es el momento en el que mi humildad murió.
Esperar demasiado de la gente nunca es bueno. Y no porque no haya gente apoyándome, sino porque todo el mundo tiene sus vidas, sus propios intereses y sus límites. Después de terminar un máster que básicamente me sirve para decir que he hecho un máster, me dediqué a escribir Helhest a tiempo completo. Tuve (y tengo) la enorme suerte de contar con una familia que apoya lo que quiero hacer, aun cuando en mi cabecita no dejo de oír una voz que insiste en que debería buscarme "un trabajo de verdad". Decidí que, en ese momento, mi trabajo era terminar Helhest y ni siquiera sabía con qué dinero iba a publicarlo, pero eso era irrelevante. Al menos, hasta que empecé a corregir el libro y me di cuenta de que, vaya, vaya, no tenía recursos para sacarlo adelante.
Noroi fue completamente financiado por mis padres. Y sé que, si se lo hubiera pedido, habrían vuelto a financiar la publicación de Helhest. Pero este mes voy a cumplir 26 años (wow), y ya me siento suficiente en deuda (aunque ellos no me pidan nada) con mis padres como para pedirles que no solo me mantengan con vida, sino que encima paguen por mi trabajo. No me parecía justo. Y, como mencioné, mi perspectiva estaba alterada. Cuando empecé a visualizar el Verkami, me pareció una excelente idea. Al fin y al cabo, he leído muchas reseñas positivas sobre Noroi y sentía que la gente quería una segunda parte (algo extraño, porque como dejo el libro tan bien cerrado...). Aun así, decidí ser precavida y apuntar a lo mínimo posible para pagar los gastos justos de la imprenta y la ilustradora.
Y lo conseguimos. Conseguimos el dinero y, en cuanto vengan de la imprenta, 30 Helhest se van a ir directos a sus casas, así como 11 Noroi. Y tal vez para algunos parezca poco. Tal vez para la Inés que estaba pensando en renunciar es poco. Pero para la Inés que se conformaba con que hubiera una sola persona escuchando..., esto no es un mundo: es un universo.
En un mes hemos financiado el trabajo de un año y garantizado la continuación de una saga que ya ni recuerdo un tiempo en el que sus protagonistas no rondaran mi cabeza. Tengo gente con la que fangirlear de mis historias y que me odian por los cliffhangers que meto y que adoran a unos personajes que para mí son mis mejores amigos, y... uf. Es muchísimo. Es enorme. Es increíble. Y puedo respirar. Puedo seguir adelante porque sé que no estoy sola.
Me sigo sintiendo culpable por haber sentido que cada aportación al Verkami no era suficiente. Tanto por vosotrxs, como por mí. Porque elegí autopublicar para ser libre. Para tener el control sobre mi obra y hacerlo lo más disfrutable y accesible posible. Para yo poder disfrutar mucho más del proceso de la publicación. Y al dejar que mis peores pensamientos ganaran día tras día, fui como esa directora mierdosa. Esa asquerosa autocompasión no iba a hacerme ningún bien, no iba a atraer a ningún lector, pero seguía repitiéndome sin descanso que no era suficiente. Que yo no era suficiente.
Pero, coño, lo soy. Lo soy y cada persona que está a mi lado, queriendo leer más, es más que suficiente. Lo siento si os he fallado de alguna forma con mi desesperanza. Diría que no volveré a hacerlo, pero la verdad es que esa voz es demasiado fuerte y hace conmigo lo que quiere. Sí que puedo prometer que, si alguna vez pienso que no hemos ido lo suficiente lejos, volveré a pensar en la Inés que regresaba a casa contenta y satisfecha tras haber hecho una presentación para una única persona. Para bien o para mal, me lancé por este camino de la publicación y no creo que pueda (ni quiera) salir de él, por muchos obstáculos que haya.
Gracias a todxs los que estáis ahí.
Gracias por leer.
Gracias por todo.
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